lunes, 19 de octubre de 2009

Mitos y Leyendas


EL POMBERO:

Allí va: moreno, velludo, de rostro barbudo, pies peludos, tocado con su gran sombrero y completamente desnudo. Va buscando miel y tabaco, alguna moza perdida en la selva o tal vez algún caminante mítico al que engañara con su silbido o piar de pollo. Es el Pombero, el mítico pombero que merodea en las noches de Misiones. Es un hombre el que obliga a que los niños dejen de hacer ruido y cierren los ojos para no verlo y tapen sus oídos para no sentir cuando roba de la cocina familiar el tarro de miel o un trenzado de tabaco.Sus hechos son terribles. Aunque a veces toma simpatía a un viajero y puede inclusive salvarlo de un peligro. Pero también sabe hacer que se pierdan o lleguen a morir de terror ante su presencia. Cuando "Cuida" a alguien lo sigue con su piar de pollo en medio de la noche y lo salva de cualquier peligro o asechanza. Si se despierta su maldad es capaz de robar una esposa o dañar un animal domestico.En ocasiones dejo en cintas a mozas solteras, naciendo de tal unión un niño deforme. Hechos de esta clase se cuentan en todos los poblados rurales.Con su andar silenciosos recorre los caminos rojos de misiones, buscando sus presas entre los colonos y los hacheros y muchas veces llega a ser tan grande su osadía que hasta logra seducir a alguna niña de los barrios de extramuros de cualquier ciudad. Tal es el pombero uno de los mitos más populares de Misiones.Muchos lo han sentido muy pocos lo han visto. Pero lo cierto es que desde hace casi 300 años habita en Misiones.


YASI YATERE:

Muchas de las características de este personaje se confunden con las del Pombero. El Yasy Yateré suele ser representado como un enano o un niño pequeño, desnudo, hermoso, de cabellos dorados, (en algunas variantes barbudo), con un sombrero de paja y un bastón de oro donde residen sus poderes mágicos
Suele recorrer el monte a la hora de la siesta, atrayendo a los niños con un silbido hipnótico que imita al de un ave. Se dice que aparece sobre todo durante la época del avatiky (cosecha del
choclo o maíz tierno) que gusta comer.
El Yasy Yateré se vale de su silbido o de su bastón mágico para atraer a los niños, a los que rapta. Los lleva al monte donde los retiene un tiempo para jugar con ellos y alimentarlos con miel y frutas. Luego los abandona o los deja enredados en ysypo (liana).
Antes de abandonarlos, el Yasy Yateré los lame o los besa, dejándolos tontos o idiotas (tavy: akã tavy), mudos (ñe' engu) o sordomudos. Sin embargo, éstos se recuperan después de un cierto tiempo. En algunas zonas se cree que al cumplirse un año del rapto, el niño tiene un "ataque" con convulsiones (
epilepsia).
En otras versiones, si el Yasy Yateré se cansa del niño, puede llevarlo al río donde lo ahoga
Una forma de volver inofensivo a este personaje es quitándole su bastón dorado, sin el cual se carece de poderes. Entonces el Yasy se pone a llorar como un niño pequeño. Para conseguir esto, basta con embriagarlo con caña (aguardiente), bebida a la que es muy aficionado.
Otra forma de congraciarse con él es ofreciéndole pencas de
tabaco, que se dejan en zonas aledañas a la casa o bien en los caminos de entrada al monte.
En la versión de
Rosicrán de la mitología guaraní, Yasy Yateré es el cuarto hijo de Taú (espíritu del mal) y de Keraná (diosa del sueño).
Este mito es usado por las madres, sobre todo en áreas rurales, para evitar que los niños se alejen de sus casas a la hora de la
siesta (obligada en estos sitios por las elevadas temperaturas).
"Yasy-Yateré el que se oye pero no se ve" ese conocido dicho se refiere a que el Yasy es invisible para todos excepto los niños muy pequeños, y se oye por el ruido con que los atrae.
También se dice que el Yasy tiene los pies al revés, asi alguien al ver sus pisadas cree que era una persona que se estaba yendo, y no el Yasy que estaba llegando al pueblo.


CATARATAS DEL IGUAZÚ:


Cuenta la leyenda que hace muchos años, habitaba el río Iguazú, una enorme y monstruosa serpiente cuyo nombre era Boi. Los indígenas guaraníes debían una vez por año sacrificar una bella doncella y entregársela a Boi, arrojándola al río.
Para esta ceremonia se invitaba a todas las tribus guaraníes, aún a las que vivían más alejadas. Fue así que un año llego al frente de su tribu, un joven cacique cuyo nombre era Tarobá; el cual al conocer a la bella doncella india, que ese año estaba consagrada al sacrificio y cuyo nombre era Naipí, se reveló contra los ancianos de la tribu y en vano intentó convencerlos que no sacrificaran a Naipí.Para salvarla sólo pensó en raptarla y la noche anterior al sacrificio cargó a Naipí en su canoa e intentó escapar por el río.Pero Boi que se había enterado de esto, se puso furiosa y su furia fue tal que encorvando su lomo partió el curso del río formando las cataratas, atrapó a Tarobá y a Naipí.
A él lo transformo en los árboles que hoy podemos ver en la parte superior de las cataratas y a la cabellera de la bella Naipí en la caída de las mismas.
Luego se sumergió en la Garganta del Diablo, y desde ahí vigila que los amantes no vuelvan a unirse ... pero, sin embargo, en días de pleno sol, el arco iris supera el poder de Boi y los une......


CAA YARI:


Hace mucho tiempo, una tribu nómada decidió dejar la región que habitaba desde antaño. Sin embargo, un anciano no se sintió con la energía suficiente para seguir a su gente. Entonces la tribu dejó a Yar, tal era el nombre del anciano, en la compañía de su hija Yarí, que se negó a abandonarlo. El anciano construyó un refugio primitivo con sus propias manos, y ambos continuaron con su acostumbrado modo de vida en medio de ese entorno salvaje y primigenio. Un día, al anochecer, apareció un extraño ser. El color de su piel era raro y también su vestimenta, en relación a lo que estaban acostumbrados. A pesar de ello, padre e hija lo trataron con deferencia, ofreciéndole su hospitalidad desinteresada y los mejores alimentos que tenían en su humilde morada. Ocurrió que el extraño ser había sido enviado por Tup, el dios bueno, que quería conferirles un presente milagroso y permanente. El poder mágico del presente permitiría contar siempre con los medios para recibir y atender a sus visitantes; así como también les ayudaría mitigar el largo período de aislamiento. Así hizo que una nueva planta creciera en la selva, y luego les enseñó a preparar una bebida tónica y estimulante que pasaría a ser, con el tiempo, un símbolo de bienvenida para los huéspedes de la casa. Ungió a la bella Yarí como diosa protectora (Caa Yarí) y a su anciano padre, como su custodio. Los dulces cuidados y la protección constante prodigados a las plantas, lograron que las plantaciones de yerba mate se multiplicaran en forma infinita. Y así es como encontramos una especie de simbiosis en esta bebida: la mujer joven y bella, y el anciano habilidoso revelaron, siendo dioses, la misma actitud que, por obra de sus corazones generosos, que habían tenido siendo simples mortales. De esta manera, a partir de la naturaleza misma, con la fuerza de sus elementos más puros y del corazón de las plantaciones de yerba mate, los dioses nos protegen...

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